EL INICIO DE UNA GRAN AMISTAD: FUNDAS 1/28
Estas dos primeras semanas han sido la prueba de fuego. Como todo en esta vida, la clave está siempre en acostumbrarse.
Durante las primeras horas, me fijaba en todo espejo que encontraba en mi camino, pronunciaba palabras complicadas compulsivamente y practicaba posibles maneras de retirar y colocar de nuevo las fundas.
¡Egocéntrica de mí! Resulta que los que me rodean diariamente (compañeros de trabajo y universidad, amigos y familiares) se asombraban cuando les decía que ya llevaba el aparato colocado. ¡Nadie había conseguido darse cuenta!
En unas horas abandonaré estas primeras fundas de adaptación y me colocarán los ataches y demás cuestiones necesarias. Hasta el momento, aprovecho para terminar de contar mis primeras impresiones.
El cepillo y la pasta de dientes han pasado a convertirse en mis imprescindibles de esta temporada. He cambiado el bocadillín de la mañana por zumos y batidos (para evitar retirarme las fundas cada poco tiempo) y he instaurado la disciplina de cepillado de dientes y recolocación de fundas tras cada comida. Hasta me alimento mejor al haber abandonado el picoteo entre horas y tengo que pronunciar y hablar mucho más calmadamente que antes.
¡Al final me va a venir de perlas haberme embarcado en la aventura de la ortodoncia!